El estrés puede subdividirse en función de su duración, intensidad y tratamiento.
1- Estrés agudo: es la que sufre la mayoría de diagnosticados por estrés. En pequeñas dosis puede resultar positivo para la personas pero cuando su dosis incrementa deriva en agotamiento. Su duración es a corto plazo, por lo tanto la persona no experimentará daños importantes. Los síntomas para diferenciarlos del resto de tipos de síntomas son problemas estomacales, estreñimiento, irritabilidad y dolor de mandíbula. Se considera el menos agresivo por su facilidad de tratar.
2- Estrés agudo episódico: se presenta en personas que con normalidad llegan tarde al sitio planteado. Piensan que todo les va a salir mal y no son capaces de organizar múltiples tareas. También puede derivar de personas con preocupación continua. Los síntomas para que una persona sea capaz de identificar si padece este tipo de estrés es hiperventilación y dolor de pecho. Los afectados por este tipo de estrés se muestran más resistentes al cambio, dado que se convierte para ellos en un modo de vida.
3- Estrés crónico: este tipo de estrés es el que más desgasta al que lo padece pudiendo experimentarlo desde días hasta años. Es un estrés a largo plazo que va deteriorando la vida, la mente y el cuerpo. Algunas personas comienzan a sufrir estrés crónico por traumas relacionados con la infancia que los mantienen presentes en su día a día. Lo más perjudicial es que las personas terminan por acostumbrarse a sufrirlo. El sufrimiento en el largo tiempo lleva a los afectados al suicidio, padecer ataques al corazón o en algunos casos cáncer.
4- Estrés postraumático: enfermedad de salud mental que se desencadena por un hecho presente o pasado. Entre los síntomas se encuentran pesadillas, angustia de carácter grave o pensamientos que no son capaces de controlar. Aunque conlleve un largo tiempo adaptarse y superar la situación por la que se desencadena este estrés, los afectados terminan mejorando. Si los síntomas son muy graves su duración oscila entre meses hasta años.
También es importante saber que no todo el estrés es considerado como algo negativo, en algunas situaciones podrá resultar positivo. Se clasifica como positivo cuando los estímulos deriven a que la persona se vea favorecida. Por el lado contrario, si la persona observa que las consecuencias serán negativas diremos que es un estrés negativo.
En Lagasca, contamos con los mejores psicólogos para el estrés online o presencial en nuestro centro. ¿Hablamos?
Un ejemplo de estrés positivo también denominado “eustrés” puede ser los nervios de un actor antes de salir a escena. Este estrés te mantiene en alerta y ayuda a la supervivencia ya que permite lograr fuerza suficiente para responder ante un ataque.
El estrés negativo o “distrés” genera una respuesta muy exagerada y con el tiempo afectará a la salud y el rendimiento del individuo. Un ejemplo de estrés negativo muy común que han sufrido muchas personas fue durante el confinamiento derivado del COVID-19.
Los estímulos que originan el estrés a los individuos pueden ser:
– Separación o divorcio
– Pérdida de un ser querido
– Ruina económica
– Nacimiento de un hijo
– Problemas en el trabajo
Se deberá acudir a un psicólogo especializado en estrés cuando se sienta que no se controla el estrés durante la jornada de trabajo, se afrontan situaciones con tensión excesiva.
¿Cuáles son sus síntomas?
La psicología nos explica que los síntomas relacionados con la ansiedad no son similares a los que se observan al sentirnos nerviosos ya que la intensidad sufrida no se ajusta al estímulo que lo genera.
El paciente podrá notar síntomas de carácter emocional, físico o psicológico.
En diversos casos los psicólogos especializados en estrés observan que los afectados tuvieron dificultades para relacionar dichos síntomas con el estrés, por ello, los explicamos de forma clara.
1. Dolor de cabeza: es el síntoma que más se repite en los casos de afectados, especialmente el dolor de cabeza tensional (tensión de cuello, mandíbula), se genera cuando una persona está sometida a estrés o ansiedad de manera constante.
2. Falta de concentración o energía: debido a tanto desgaste físico de la persona, sentirá un cansancio o dificultad de prestar atención a su entorno.
3. Problemas durante el sueño: afecta tanto a la cantidad de horas dormidas como a la calidad del mismo.
4. Envejecimiento: aunque puede llegar a ser reversible, si el paciente no logra un sueño de calidad puede llegar a padecer hiperactividad así como tener problemas de salud o incluso mentales.
5. Cambios en el peso: el paciente sufre de cambios de apetito que en la mayoría de casos se ve ligado a un estilo de vida sedentario.
6. Sudoración excesiva: un crecimiento del estrés provoca que el cuerpo como respuesta emita sudoración que puede ser desde leve hasta crónica.
7. Mareos: el estrés genera un aumento de cortisol en nuestro cuerpo causando un mal funcionamiento del cerebro ocasionando desde mareos leves en los casos menos complicados hasta mareos agudos en diagnósticos más críticos.
8. Problemas sexuales: los cambios de conducta continuados, la irritabilidad o la fatiga pueden derivar a este tipo de problema típico del diagnóstico de estrés.
9. Tensión o dolor muscular: el sufrimiento continuo de estrés, puede derivar a problemas o malestares físicos de carácter muscular pudiendo experimentar contracturas y espasmos musculares.
10. Tristeza y depresión: los afectados pueden adoptar este síntoma provocado por pensamientos negativos sobre sí mismos. También puede deberse a opiniones que hayan escuchado de otras personas en el ambiente laboral o familiar. También se puede generar por situaciones de duelo por muerte de un familiar o bien por sufrimiento de un trauma.
¿Cómo tratan nuestros psicólogos el estrés?
Nuestros psicólogos expertos en estrés recomiendan a los afectados diversas prácticas tomadas de la psicología para lograr reducir el nivel de estrés.
Entre las terapias (tanto de forma online como presenciales) elaboradas por profesionales para reducir el estrés encontramos:
– Reconocimiento por parte del paciente de que existen situaciones que son difíciles de controlar y cambiar.
– Practica de ejercicio continuado para la disminución de estrés.
– Llevar a cabo terapia basada en la relajación entre las que encontramos el mindfulness donde encontramos actividades conocidas como pilates o yoga. También resulta muy efectiva la respiración abdominal para liberar estrés mental.
– Comenzar una dieta de carácter saludable: la más recomendada es la mediterránea.
– No acercarse o evitar el elemento que origina el estrés.
– En algunos casos más agudos, los especialistas pueden tomar la decisión de recurrir a la prescripción médica de fármacos.
– Terapias de autocontrol: el afectado debe centrar sus esfuerzos en regular sus reacciones y respuestas ante los estímulos que crean o colaboran en la generación de estrés.
– Enfoque psicoeducativo: consiste en implicar a la familia del paciente en el tratamiento del afectado. Se les enseña estrategias que ayuden a disminuir las situaciones de estrés cuando se produzcan. Este enfoque es muy recomendado ya que parece reducir los niveles de estrés acelerando la recuperación de la persona diagnosticada.
– Desensibilización encubierta: enseñar al sujeto a relajarse imaginando escenas que vayan aumentando en ansiedad.
– Técnicas cognitivo-conductuales: lograr que el sujeto elimine el pensamiento negativo que provoca el inicio del estrés y la cambie por otro pensamiento positivo.