Todo el mundo puede tener algún hábito o costumbre sin importancia que hace que no encajemos con los demás pero que no va más allá. Las manías, como dejar siempre la puerta de la habitación cerrada, o dormir en el lado de la cama que da hacia la ventana, no tienen ningún tipo de problema. Todos hemos vuelvo a mirar si habíamos cerrado la puerta o la llave del gas y eso no tiene nada de problemático.
Sin embargo, sí que es problemático cuando comprobamos 10 veces si hemos apagado la calefacción o si hemos cerrado bien la puerta y aún seguimos con la duda. También lo es, si no podemos conciliar el sueño si no estamos en el lugar de la cama en el que solemos estar o si estamos inquietos cuando no llevamos un complemento o ropa determinada. Todos estos, son algunos síntomas de padecer un trastorno muy común que es el trastorno obsesivo-compulsivo, más conocido por su siglas (TOC).
Muchos de nosotros podemos tener una personalidad que tenga una propensión hacia la obsesión o, incluso, que tengamos síntomas obsesivos en algunas facetas de nuestra vida y no por ello tengamos que desarrollar o manifestar un TOC. Muchas veces, en el centro psicológico de Lagasca, en el Barrio de Salamanca – junto al Retiro, nos preguntan nuestros clientes
¿Pero en qué se diferencia ser un poco maniático y un poco obsesivo con tener un TOC?
La respuesta a la pregunta es bien sencilla:
Un TOC nos impide tener una vida normal e interfiere en nuestra calidad de vida.
Así, quienes padecen de un trastorno obsesivo-compulsivo, serán personas que, volviendo a los ejemplos que citábamos antes, no se sentirán cómodas y estarán en un perpetuo desasosiego hasta que no hayan comprobado la calefacción o la llave del gas 10 veces, y que no podrán dormir o lo harán mal si no duermen en el lado de la cama en el que deben hacer. Todas estas cosas, hacen que la persona que padece el TOC pierda libertad y sus actos estén más dictados por las manías (que irán en aumento) en lugar de por su propia voluntad. En ese momento, cuando la persona es esclava de su obsesión, estamos hablando de un TOC.
Así, una manía o una costumbre o hábito, sería por ejemplo, dejar los papeles en un cajón específico y, si por la razón que fuese no pudiésemos hacerlo, estar simplemente contrariados pero ser capaces de seguir con nuestra vida sin pensar que nada malo va a sucedernos. Sin embargo, si el hecho de no poder dejar los papeles en su sitio nos hace no poder apartar la mente de este hecho y preocuparnos, entonces estaremos hablando de una obsesión que entraría dentro del trastorno obsesivo-compulsivo.
Toda obsesión es un pensamiento involuntario que nos surge de forma repetitiva y, sobre todo, sin que nosotros queramos que aparezca. Así, una frecuencia de estas intrusiones puede hacer que nos hiera de forma psicológica al invadir nuestra mente con ideas inaceptables, grotescas, moralmente extrañas o amenazantes. Por su parte, las compulsiones son comportamientos mentales repetidos que quien los padece los hace para evitar el malestar generado por las obsesiones. Estas compulsiones tienen por objetivo el minimizar el impacto de estas obsesiones. Por ejemplo, retomando el ejemplo del gas, la obsesión es el pensamiento de que la llave no está cerrada, y la compulsión es ir a verla y verificarla una y otra vez. Así, quien padezca TOC verificará tantas veces (compulsión) como pensamientos recurrentes (obsesivos) tenga.
Afortunadamente, tanto las obsesiones como las compulsiones y el TOC que implican cuando se combinan, pueden tratarse gracias a expertos terapeutas y psicólogos como los que están en nuestro centro de Madrid, en el Barrio de Salamanca. En Lagasca tenemos muchísima experiencia tratando a personas con trastornos obsesivos compulsivos y es algo relativamente fácil de solucionar. Simplemente hay que atreverse a tomar las riendas de nuestra vida y eso, en muchas ocasiones, pasa por acudir a un psicólogo especialista en obsesiones y compulsiones como los profesionales de nuestro centro.