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Cómo utilizar la comunicación no violenta en nuestras relaciones personales

Cómo utilizar la comunicación no violenta en nuestras relaciones personales

Los seres humanos somos complejos y en ocasiones nos comportamos de una manera extraña: amamos a las personas que tenemos a nuestro alrededor y que en ciertas ocasiones incluso hemos elegido nosotros mismos -como nuestra pareja, por ejemplo-, y sin embargo no sólo no se lo demostramos, sino que nos comunicamos con ellas de una manera agresiva, poco asertiva, generadora de conflictos.

Es interesante pararse a reflexionar en la frase por excelencia de la empatía: “no hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran y trata a los demás como te gustaría que te trataran”. En momentos de calma y serenidad esto puede resultar sencillo, pero muchas veces nuestras limitaciones en el control emocional nos impiden llevar esta premisa a la práctica en situaciones de mayor tensión.

¿Podríamos acaso cambiar nuestra programación mental, nuestro lenguaje, para no generar conflictos y violencia verbal con él, utilizarlo para defender nuestros intereses sin atacar los de los demás? Sí, es posible. Lo es con la comunicación no violenta. Pero es necesario trabajar en el lenguaje que utilizamos, en las jerarquías que creamos y en la autoconciencia de lo que hacemos y decimos.

En cuanto a la relación con nuestro círculo más cercano se suele producir algo curioso: solemos tener más cuidado con lo que decimos de manera proporcional a la distancia de la relación que nos une con esa persona. Es decir, seremos más violentos verbalmente con nuestra pareja o con nuestros hijos que con el tendero que nos atiende en una tienda o con un desconocido.

En cualquier caso, y trayendo a colación el tema de los hijos, debemos plantearnos este tema dejando a un lado esas jerarquías de las que hablábamos antes: para utilizar correctamente una comunicación no violenta éstas deben ser horizontales, no verticales, más allá de la responsabilidad que tenemos como padres hacia nuestros hijos. Si nos dirigimos a las personas que nos importan, debemos darle validez a sus sentimientos y emociones con la misma importancia que tienen nuestros propios sentimientos y emociones.

Sabemos entonces que el ataque a los demás no es la mejor defensa posible, ya que esta técnica no nos lleva a construir una mejor relación con los demás.

Para cambiar nuestra manera de comunicarnos debemos observar atentamente cuál es el conflicto planteado, librarnos de juicios e influencias externas, identificar sentimientos y validarlos, conectar con la persona con la que hablamos en pie de igualdad y aceptar sus emociones y las nuestras.

A veces reaccionamos mal porque tenemos una serie de necesidades que no han sido satisfechas y culpamos al otro de ello. Esta reacción negativa no va a contribuir a restablecer la comunicación ni mucho menos a que esas necesidades insatisfechas se satisfagan. Por ello, es importante cuestionarnos también cuáles son las necesidades del otro, no sólo las nuestras, y preguntarnos: “¿qué podemos hacer para sentirnos mejor al respecto?”.

Si cambiamos nuestro lenguaje y en lugar de utilizar los temidos “tú siempre, yo nunca” nos hacemos preguntas como: “¿qué necesitas aquí y ahora?”, “¿cómo podríamos solucionar esta situación?”, o “¿qué te gustaría que el otro hiciese para que te sintieras mejor?”, probablemente llegaríamos a más acuerdos que si utilizamos otro tipo de formulaciones como “Es que estoy harto de que TÚ siempre hagas…”. ¿No resulta más agradable?

Para trabajar estas técnicas – primero en nosotros mismos – es importante reflexionar y ejercer la auto-empatía. Primero debemos conectar con nuestros propios sentimientos, con nuestros juicios y con nuestros pensamientos. Porque sólo así podemos aceptar los conflictos internos que nos hacen daño y exponerlos ante los demás desde la aceptación y el respeto.

Después llegará el momento de comprender al otro poniéndonos en sus zapatos y, para ello, tenemos que eliminar de nuestra mente aquellos prejuicios e ideas preconcebidas que impidan la comunicación no violenta. Intentemos ser objetivos, escuchar con el corazón en la mano y evitar los juicios.

Los psicólogos de Lagasca Centro Terapéutico, en el barrio de El Retiro, podemos ayudarte a manejar mejor tus emociones y estas situaciones de conflicto que te impiden ser feliz. Podemos mostrarte el camino de la comunicación no violenta y sus infinitas ventajas.

¿Te animas a reprogramar tu forma de comunicarte y mejorar tus relaciones? Llámanos, queremos acompañarte.

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