A veces, incluso dentro de una relación estable, las personas nos sentimos solas. Cuanto más tiempo pasamos con nuestra pareja más nos acomodamos y más nos cuesta realizar esos pequeños esfuerzos por el otro que en la época en la que nos enamoramos eran tan frecuentes y bonitos. Pero a veces el mayor cáncer de una relación es la falta de comunicación que, por una u otra razón, acaba pasando factura.
El silencio, que al principio podía ser señal de entrega, de escucha activa y de complicidad, puede llegar a convertirse con el tiempo en un muro entre ambos que se hace más grande cada vez que callamos y que cuesta horrores derribar.
La falta de comunicación en la pareja
El problema principal es que las palabras ponen nombre a nuestros sentimientos y si no se pronuncian, la pragmática hace el resto y nos acabamos fijando en un lenguaje no verbal que puede ser ambiguo, empezamos a montarnos películas acerca de lo que el otro piensa sobre una determinada situación y la mayoría de las veces acabamos errando con nuestras suposiciones. Y ahí llegan los malos entendidos.
Pero cuesta tanto comunicar al otro aspectos de nuestra vida que ni siquiera tenemos nosotros claros… es más fácil hablar de las facturas que quedan por pagar, de que la nevera está vacía y hay que comprar fruta, o de que hay que llevar al médico a los niños.
Lo complicado es mirarnos dentro, escucharnos a nosotros mismos, deshacer la confusión que nuestras propias represiones nos han generado y a partir de nuestro propio descubrimiento encontrar de nuevo al otro. El silencio es una defensa cómoda que nos mantiene dentro de nuestra zona de confort y que aplicaban muchos de nuestros pacientes antes de que los tratásemos en nuestro centro en el barrio del Retiro.
A veces los silencios son importantes, sobre todo cuando la pareja atraviesa un momento difícil -enfermedades, fallecimientos cercanos…-, pero en otras ocasiones son vividos como un rechazo por parte del otro, como falta de interés quizá, y aunque probablemente la interpretación correcta no sea ni de lejos esa la misma falta de comunicación va a hacer que nuestras neurosis crezcan y se impongan a cualquier otra realidad.
Para comenzar a atajar el problema debemos dejar atrás las actitudes pasivo-agresivas y mantener la calma durante las conversaciones o discusiones. Queremos resolver problemas y no atacar al otro, y hay que recordarlo cuando la ira se impone. También tenemos que aprender a escuchar en todos los niveles y tratar de comprender lo que el otro nos dice sin buscarle tres pies al gato.
Es fácil además caer en la crítica y en la queja, en el “yo siempre” o el “tú nunca”. Para poder acabar con esta dinámica es preciso cambiar la perspectiva y el lenguaje. Las críticas pueden transformarse en peticiones o en sugerencias concretas que muestren a tu pareja qué es lo que esperas realmente de ella, y le pondrá en el buen camino para poder solucionar aquello que te molesta. Cuidar de nuestro lenguaje y omitir expresiones como las que acabo de mencionar a la hora de expresar nuestras frustraciones es vital para que la conversación no acabe antes siquiera de empezar.
¿Qué hacer cuando no hay comunicación con tu pareja?
Lo que nunca debemos permitir es que en la pareja se caiga en el error más grave: ignorar al otro o hacerle el vacío. El silencio como castigo es cruel, no lleva a ninguna parte y somete al otro a un maltrato psicológico que no merece. Tampoco podemos permitirnos el lujo de que la confianza establecida nos lleve a faltar al respeto a la otra persona, a insultarla, humillarla o vejarla de cualquier manera. Cuidado con lo que se dice, porque a veces en el calor de la discusión se gritan cosas que no se piensan, pero en estos casos las palabras no se las lleva el viento… y duelen durante mucho tiempo.
Y por último: aprended a ceder y llevad a cabo reuniones periódicas en las que os sentéis relajados y tranquilos, con un orden del día si hace falta, para hablar de lo que hayáis pactado previamente. A veces estas citas pueden salvar una relación que ya haga aguas por todas partes.
Y si nada de esto funciona, siempre es útil la terapia de pareja online. Los psicólogos del centro Lagasca, en el barrio de El Retiro, podemos ayudaros a resolver los conflictos que os acechan y lo más importante: enseñaros a comunicar.