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Celos patológicos

Los celos han estado presentes en la historia de la humanidad desde el principio de los tiempos. Los mitos de la antigua Grecia ya nos ilustraban sobre la naturaleza de los celos patológicos, la apasionada obsesión que podían desencadenar y su desenfreno en forma de venganza, resentimiento y control.

La palabra “celos” viene del latín “zelus” que se define como “ardor o pasión por algo, sospecha apasionada o inquietud de que la persona amada ponga su interés en otro”, y del griego “zelos: ganas tremendas de algo, fervor, ardor, ansia por algo o por alguien, rivalidad, objeto de deseo…”

 

Tipos de celos y síntomas

 

Como en otros aspectos de la psicología humana, los celos pueden manifestarse en distintos grados dentro de un continuo de malestar.

En su forma más leve, se trata de una emoción humana que vivimos como temor asociado a la posible separación o pérdida de la persona con quien compartimos un vínculo amoroso y relación de apego y compromiso.

Su presencia en las relaciones son la señal que nos indica la necesidad de mirar hacia adentro para atendernos, encontrar respuestas y comunicarnos:

  • ¿Qué está pasando en la relación para sentirme así?
  • ¿Qué necesidades relacionales o afectivas están siendo desatendidas por mi o por el otro? ¿Falta comunicación entre nosotros?
  • ¿Cuánto hay de inseguridad personal o baja autoestima en estos celos?
  • ¿Me comparo sistemáticamente con otros?
  • ¿Cuánto hay de indicios objetivos de una posible pérdida o infidelidad?
  • ¿Cómo me trato a mi mismo/a cuando me siento mal?
  • ¿Cuál es el estilo de apego que mejor se adapta a mi sentir en las relaciones de pareja?

 

Los celos aunque podemos vivirlos como normales no dejan de hacernos sentir mal. Traen consigo somatizaciones, sentimientos de abandono, dolor, insatisfacción, insuficiencia, soledad e infravalorización. Habitualmente intentamos compensarlos a través de conductas que pretenden aliviar aunque el malestar sigue circulando de fondo. Esta compensación es la responsable de que nos comportemos de forma complaciente, demos mucho, seamos perfeccionistas, o busquemos desconexión en las adicciones (comida, trabajo, sustancias, sexo…)

pareja tumbada en la cama con ataque de celos

El trabajo personal en psicoterapia puede ayudarnos a gestionar este complejo panorama interno de forma que lleguemos a sentirnos bien con nosotros mismos sin tener que pagar el precio de las compensaciones y desde ahí, tomar las decisiones que necesitemos para afianzar ese bienestar.

Los celos no son una muestra de amor o compromiso sino una de las formas que adopta nuestro miedo a no ser queridos, no ser importantes para el otro o no ser valiosos. Adentrarnos en un proceso terapéutico de crecimiento personal puede conducirnos a replantearnos quienes somos realmente, para descubrirnos finalmente como individuos únicos, valiosos y elegidos.

 

Al otro lado del continuo tenemos los celos patológicos, esto es, cuando tratamos con un miedo excesivo, irracional e infundado a que la pareja nos deje o no nos quiera, y que se acompaña de comportamientos obsesivo-compulsivos que fácilmente pueden llevar a dinámicas de abuso y control creando un gran trastorno en la relación.

Cuando hablamos de celos patológicos nos referimos a una emoción compleja compuesta por sentimientos de inseguridad, envidia, desconfianza, impotencia, miedo, rabia, angustia, tristeza..

Les acompañan pensamientos obsesivos centrados en la persona objeto de miedo o apego inseguro,  comportamientos impulsivos (abuso de sustancias, explosiones de rabia) o compulsivos (vigilancia, control) que el sistema interno articula como intentos de solución para evitar la posible pérdida del otro y para tener bajo control la intensidad de las emociones descritas. Sin embargo esta dinámica puede mantenernos en una ansiedad generalizada, provocar gran conflicto y daño en las relaciones interpersonales, depresión y trauma.

En casos extremos de celotipia pueden darse episodios de paranoia y delirio; la persona no está en contacto con los hechos de la realidad objetiva y esto puede desencadenar gran angustia, comportamientos desajustados a la realidad o violentos.

Los celos enfermizos pueden estar desencadenados por toda suerte de indicios asociados a una posible engaño o infidelidad, la no correspondencia amorosa o simplemente por el contacto estrecho amistoso con otras personas; por sentimientos de inferioridad ante el éxito de la pareja o su ausencia física. Experiencias pasadas no digeridas de rechazo o traición en relaciones previas pueden también predisponer a la persona a sufrir celos infundados hacia su actual pareja.

celos patológicos

 

El tratamiento de los celos moderados y patológicos

 

El tratamiento de los celos patológicos exige un abordaje sistemático que incluya psicoterapia y en algunos casos, medicación.

Será importante que la persona o la pareja reconozca que hay un problema y buscar ayuda para resolverlo.

Los celos y otros problemas de relación en la edad adulta son ecos de un sistema de apego dañado por experiencias tempranas, intermitentes y/o prolongadas de desatención, abandono o abuso por parte de los cuidadores o figuras de apego.

Y esto que parece excepcional es bastante frecuente en las relaciones humanas. Nuestros cuidadores no siempre saben cuidar emocionalmente, o estar presentes o proteger con límites sanos o regular nuestras emociones. A veces son ellos, desde la inconsciencia,  la ignorancia o la sobrecarga quienes nos dañan con su ausencia o su dificultad para regular sus propias emociones. Por otro lado, son muchos años de dependencia los que necesita un ser humano hasta ser lo suficientemente maduro como para tomar elecciones libres, lo que nos deja en ocasiones impotentes a un destino que no elegimos hasta bien entrada la adolescencia.

Los que hemos vivido este tipo de daño durante la infancia/juventud, a veces no somos conscientes de haberlo recibido, con frecuencia olvidamos o no apreciamos cómo pequeños daños imperceptibles, al repetirse con mucha frecuencia, vuelven grandes las consecuencias. Por otro lado, tendemos a comprender y entender a nuestros cuidadores, les cuidamos para que nos cuiden, y así nos disociamos de la propia herida. Y no es tanto cuestión de comprenderles o culparles sino de atender el daño que espera una reparación dentro de cada uno.

El trauma de apego o relacional puede explicar la falta de confianza en las relaciones, la dificultad para regular las emociones,  la inseguridad y miedo por el posible abandono y cómo esto lleva a la persona que sufre celos a sentirse así y a comportarse de forma impulsiva, controladora y posesiva.

dos niños sufriendo ataque de celos

Los daños que se han generado “en relación”, han de ser reparados “en relación” y aquí la calidad y cualidades de la relación terapéutica juegan un papel central en el proceso de reaprender a confiar en las relaciones.

Simbólicamente hablando el objetivo es sanar al “niño/a interior” para poder encarar las relaciones adultas con mayor autonomía emocional. Para que la presencia o ausencia del otro nos afecte en su justa medida y que el sentimiento de valía personal resida en uno mismo y no dependa tanto de la valoración externa.

Para ello se pondrán en juego distintas herramientas terapéuticas vinculadas a la Terapia Humanista Integrativa (R. Erskine), terapia relacional,  trabajo sistémico (Sistemas de la Familia Interna), Reprocesamiento del trauma (visualizaciones, Brainspotting) y el  Mindfulness.

Parte del trabajo terapéutico consistirá en revisar las creencias distorsionadas, expectativas sobre las relaciones, y conclusiones autorreferenciales que sostienen las desconfianza y el miedo.

Por otro lado, habrá que valorar otras raíces del problema. Hay modelos de conducta que dañan y que viajan a través de las generaciones en forma de lealtades invisibles.

Las constelaciones familiares o sistémicas ofrecen el espacio adecuado para desarticular patrones relacionales repetitivos y cambiar las inercias que del pasado vienen con fuerza. Quizá nuestros antepasados no tuvieron opciones ni elección para hacer diferente y sin embargo el presente ofrece nuevas oportunidades que podemos aprovechar, ahora sí, para el bien de todos.

Vivimos en una sociedad que nos ofrece niveles de bienestar y educación al alcance de muchos. Al mismo tiempo fomenta el individualismo, la propiedad y la competitividad aislándonos unos de otros y desconectándonos de nuestras necesidades emocionales y relacionales. El entretenimiento y la sobreinformación juega a nuestro favor y también en nuestra contra como seres humanos con necesidades de vinculación profunda. Podemos sobrevivir sin ella sin embargo aspiramos a vivir plenamente, ¿Quién quiere conformarse con migajas?

Los celos ya sean patológicos o moderados pueden ser la puerta a una transformación interior que nos acerque a esa plenitud.

En Lagasca trabajamos para ello.

 

Tips para gestionar los celos, cómo superarlos

 

  1. Identifica las emociones que sientes
  2. Identifica los desencadenantes de esas emociones. ¿En sí mismos justifican la intensidad de las emociones?, ¿las emociones parecen exageradas en comparación a los detonantes?
  3. Habla con la persona que despierta tus celos. Expresa cómo te sientes evitando juicios acusatorios. La idea es abrir un espacio de diálogo donde ambos podáis compartir vuestro sentir y entender vuestras perspectivas.
  4. Habla de ello con alguien en quien confíes y sepas sabe escuchar y no te va a juzgar. La mirada del otro puede ampliar tu perspectiva.
  5. Valora y reflexiona sobre qué necesidades subyacen a esas emociones y cómo puedes atenderlas y comunicarlas. Pide ayuda a alguien en quien confíes para identificarlas o practicar su comunicación.
  6. Observa tus diálogos internos. ¿cómo te sientes cuando te comparas con otros? ¿Qué te dices a ti mismo/a? ¿eres consciente de todos tus logros, del recorrido único de cada ser humano?
  7. Desafía los pensamientos circulares centrados en el otro dando un giro hacia ti, cambia la mirada del otro hacia ti: ¿A qué conclusiones sobre ti te hacen llegar esas emociones? ¿Estas conclusiones son verdades incuestionables? ¿Esas emociones y pensamientos te acompañan desde muy joven, qué pasó allí? ¿qué hacían los responsables de hacerte sentir así? ¿Desde la perspectiva adulta de quien eres tú hoy, qué sientes hacia la joven que fuiste y aquello que vivió y no eligió?
  8. Practica la mirada amable hacia ti mismo/a. Ofrecete cuidados, un baño, un paseo, cocinar algo rico, el abrazo incondicional de un ser querido. Lleva tu atención al presente de esas acciones, su sencillez y bienestar.
  9. Toma distancia de las redes sociales. Escribe, dibuja, moldea, expresa de forma creativa lo que sientes.
  10. Consulta con un psicoterapeuta especializado. Sentirse mal forma parte de la experiencia humana, podemos elegir hacerlo acompañados para que pese menos y encontrar salidas juntos.

Y recuerda, todos hemos experimentado celos en algún momento en nuestras vidas, es humano. Mirar hacia dentro, reflexionar, investigar dentro de ti puede ayudarte a sentirte  mejor y reconectar contigo. Si se vuelve difícil o confuso, en Lagasca encontrarás el espacio seguro para tratarlo, empezar a resolverlo y superarlos.

 

 

 

 

 

 

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